¿Los sentidos sin la luz?

Publicado por Ahí está el detalle 23 oct 2009 1 comentarios



Podemos entender como oscuridad a la ausencia de luz; la luz es entonces la materia esencial para la existencia de cualquier cosa. Sin luz simplemente no existiríamos, ¿cómo rayos quería Dios que Adán y Eva vivieran siempre en la oscuridad? Para nuestra fortuna comieron del fruto prohibido y hemos de habernos topado con la triste realidad.

Habiendo ya pasado no sabemos cuántos años de esto, la vista es uno de los sentidos más importantes en la subsistencia del ser humano. Sin ella, la complicada tarea del ser estaría perturbada a cada instante por la ignorancia de no saber qué hay a su alrededor. Sin embargo, hay miles de hombres y mujeres que carecen del sentido captador de información visual, ¿cómo pueden sobrellevar una vida plena o al menos aparentarlo?

La agudización de los sentidos se forma con respecto a las necesidades de cada uno. Un chef muy probablemente haya entrenado su gusto y olfato para tener una mejor percepción del platillo realizado. Un músico tendría un buen receptor auditivo. Un crítico de arte tendría bases para juzgar las tonalidades y efectos de las formas, trazos o colores que pueda tener una obra de arte. Un sastre necesita de su tacto para combinar texturas en sus creaciones.

Cada quien utiliza el arma que mayor le convenga, pero ¿qué pasaría si a cada uno se les quitase esas cualidades primordiales? Todos podrían seguir realizando sus actividades. Hasta el sordo, el claro ejemplo es Beethoven. Sin embargo, si la luz que les ayuda a crear todas sus obras se extinguiera, el chef podría quemarse con facilidad, el músico no podría redactar una partitura, el crítico no tendría nada que juzgar y el sastre simplemente no haría más que pegar telas.

El detalle está en que a veces damos por hecho lo que tenemos y no valoramos más que cosas materiales, banales. Contando con increíbles lectores de información exterior propios, creemos que estarán con nosotros permanentemente. No somos máquinas con las cuales por medio de un botón tengamos mayor visibilidad o sensibilidad, pero constantemente nos encargamos de contrarrestar la capacidad de los sentidos, fumando, tomando, escuchando música a todo volumen...

A este paso, sin percatarnos, muy probablemente algún día llegará el momento (cuando la vejez nos alcance) en que padezcamos la ausencia de uno de ellos y sin remedio. Hasta ese entonces valoraremos lo que, no sólo los sentidos, sino cada parte de nuestro cuerpo hace por nosotros. Entonces, ¿qué hacemos nosotros por él? ¿Por qué achacar algo tan perfecto?

Somos responsables de nuestros actos, dueños de nuestro cuerpo y conductores de nuestro incierto destino. Tenemos herramientas para ello, como el objetivo de una cámara captamos y guardamos imágenes, las cuales no existirían sin la luz, nos desarrollamos basados en ellas y día a día sobrevivimos gracias a ellas.


Sin duda la luz nos guía y nos guiará hasta el final del túnel.


Por Herón López Nancy.

De ateos y agnósticos...

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(O cómo sobreviví a la escabrosa visita antitética a una perspectiva casi consumada)


Corría el año de 1997, era una tarde asolada por un número indeterminado de transeúntes que se movían al trillado compás del centro de la ciudad. Aparte de eso, no recuerdo mucho: el vestido inmaculado, los guantes blancos aferrados a una velita ornamental y un crucifijo pendía de mi cuello mientras exhibía una sonrisa de segura insatisfacción y confusión terriblemente disimulada. Era mi primera comunión.

Eso y mi madre desbordante de alegría podrían ser todos los “bellos” recuerdos que me sugiere la religión. Nunca dejé de creer, pero las preguntas siempre fueron demasiadas y las explicaciones, nulas. Pudo más mi curiosidad y opté por la graciosa huída a hurtadillas, sin religión y sin fe.

Esta vez, sin embargo, hube de negociar con lo indeleble de mi tozudo ateísmo; si escribía al respecto, me obligaba a presentarme face to face a full color con este tema desde siempre tabú. Y eso hice. Un domingo, en hora pico, se me ocurrió entrar a una de las tantas construcciones barrocas que alguien tuvo a bien construir en todos los extremos posibles de nuestra ciudad. No le veo ningún sentido a la hipocresía que creí enarbolar apenas puse pie en las relucientes losetas grisáceas. Admito la impresión (¡y qué impresión!) al descubrir lo que a cualquier buen observador del carnaval humano le divierte y desagrada al mismo tiempo.

El misticismo, lo que algunos llaman fe, hace descender la temperatura considerablemente al cruzar el umbral de este otro mundo. Se impone el silencio y el absoluto y absurdo respeto por lo intangible. El que una persona crea es indiferente; el que las masas se rindan incondicionalmente a una causa para siempre invisible, es impresionante.

Cuando la sorpresa dejó de hacer mella, encontré los deslices más graciosos y llamativos: desde la mentada belleza arquitectónica hasta un incauto que resollaba quedamente entre sueños, sin contar la violación olímpica al recatado evangelio cuando un individuo se volvió con ojos punzantes hacia una señorita ligera de ropas. Sin saberlo, me encontraba presenciando los impulsos más primitivos de nuestra mal llamada civilización, algo que costaría verdadero trabajo apreciar en algún otro sitio.

No pienso mentir, un espectáculo divertido pero difícilmente soportable, quizá entonces entendí la importancia de acudir únicamente los domingos; más de una vez podría resultar desquiciante.
Por Nathalie Escutia López



*En pelotas* No es un clásico partido, ¡es un clásico!

Publicado por Ahí está el detalle 22 oct 2009 5 comentarios

Un clásico no es un partido de fútbol cualquiera, sólo sucede dos veces al año. En varios países se vive con gran intensidad, y no es sólo un enfrentamiento entre 22 jugadores en un rectángulo verde, se enfrentan ideologías, historia, clases sociales, identidades geográficas, políticas y, en algunos casos, hasta religiosas.

En México, el clásico es América – Guadalajara, los de la clase pudiente contra los del pueblo, los extranjeros contra los mexicanos, la capital contra la provincia. Es un juego diferente, ambas aficiones marcan en el calendario el día de la cita al inicio del torneo, el partido que no se puede perder. El ganador goza de la gloria y el perdedor aguanta las burlas y paga las apuestas confrontadas durante la semana previa.

Existen dos factores que provocan que se forje un clásico, uno es el factor extracancha, que es aquello que se relaciona con el origen, la historia del club de fútbol y el origen de sus respectivas aficiones; el otro factor es el futbolístico, la rivalidad de los equipos, encuentros o títulos conseguidos a través de su historia.

Un clásico puede ser el enfrentamiento de dos ciudades distintas, como los merengues del Real Madrid contra los blaugranas del Barcelona, o el klassieker (clásico) holandés Ajax-Feyenoord, donde el primero representa a la clase alta radicada en la capital y el segundo a los trabajadores de Rótterdam.

También puede tratarse de una auténtica guerra civil, es decir, en el caso que los equipos sean nativos de una misma ciudad. Esto se da porque cuando surge el fútbol organizado, según cada país, sólo se jugaba en las capitales o en las ciudades más importantes; por lo tanto se forjaba una rivalidad fraterna.

En Argentina se vive el espectáculo deportivo más llamativo del planeta (según el diario inglés The Observer). Se enfrentan los millonarios de River Plate contra los xeneizes (genoveses) de Boca Juniors, representantes del pueblo. Ambos nacieron en la misma cuna, el barrio de la Boca, pero diferencias irreconciliables provocaron que River se mudara al barrio de Núñez en la misma Buenos Aires. Éste es un barrio al norte de la ciudad pegado al río de la Plata, un lugar con edificaciones más importantes donde se movía el comercio; se reconoció al equipo como representante de la clase alta que vivía o trabajaba en esa zona y como Boca Juniors no abandonó el barrio de la Boca al sur de la capital, con población proletaria, se le consideró representante de esa localidad. (http://www.youtube.com/watch?v=1ScGHL_ogGg)

La rivalidad entre los dos equipos más importantes de Glasgow y toda Escocia, es muy singular. El Celtic representa a los católicos escoceses descendientes de los inmigrantes irlandeses, mientras que los Rangers representan a la población protestante del país del whiskey, descendientes británicos. Prácticamente una guerra futbolística-religiosa.

El encuentro entre Peñarol y Nacional de Uruguay (ambos equipos de la capital Montevideo) es el clásico más antiguo del mundo fuera de las islas británicas. Data de 1900, el Nacional, como su nombre lo dice, fue el primero y único equipo en jugar con futbolistas criollos nacidos en el país charrúa, mientras que el Peñarol estaba conformado por inmigrantes ingleses y tuvo gran aceptación entre los inmigrantes italianos. Desde entonces, Uruguay y sus torneos se dividen en dos.

En Brasil se vive un caso especial, ya que se juega un torneo por cada región futbolera y cada uno contiene un clásico para destacar. En el campeonato carioca en Río de Janeiro, se ven las caras el Flamengo contra el Fluminense mejor conocido como el Fla-Flu, es el partido de esta índole con más aficionados registrados oficialmente en un estadio: el 15 de diciembre de 1963 reunieron a 194, 605 aficionados en el estadio de Maracaná, por eso es llamado O Clássico das Multidões. Se dice que en aquel país, 1 de cada 4 brasileños es torcedor de alguno de estos dos equipos. En el campeonato Paulista (en el estado de Sao Paulo) el partido que llama más la atención es el Corinthians enfrentando a Palmeiras, considerada la segunda rivalidad más grande de Brasil.

Esta semana es muy especial ya que alrededor del mundo se disputarán esta clase de encuentros, en una coincidencia muy afortunada para aquellos que gozan este deporte, como en Inglaterra, Francia, Turquía, Argentina y México, donde se cumple medio centenario de años del clásico América contra Guadalajara. En la temporada de 1958, América había vencido a los tres equipos tapatíos, Atlas, Oro y por supuesto al Guadalajara, con idéntico marcador 2-0. El entrenador del América, Fernando Marcos, declaró: “la nueva lada para llamar a Guadalajara es 2-0, 2-0, 2-0”, hecho que enardeció a los de Guadalajara y vengaron aquella afrenta un 12 de noviembre de 1959 en un partido intenso. Desde entonces y hasta la fecha conocemos a este partido como el “Clásico de clásicos”.

En esas historias se encuentra el detalle. Aquél que provocó que hoy en día estos partidos sean seguidos por aficionados dentro y fuera del país donde se disputan; aquél que logra que las parejas que se aman, pero siguen a distintos equipos, por 90 minutos se odien; el mismo tiempo hace que una familia se separe o que la mitad de una nación se encuentre con la mirada puesta en un partido de fútbol, en una guerra sin cuartel, una guerra en la cancha y una guerra en las tribunas. Sólo dura 90 minutos, pero son los minutos más apasionados que se viven dos veces por año. El resultado final será la victoria o la derrota de una batalla que se gana al grito de gol, aunque se sabe que la guerra continuará.



Por Arturo Aguilar Mireles

*Los ídolos sin gloria... Presentación

Publicado por Ahí está el detalle 21 oct 2009 0 comentarios


Ícaro voló muy alto en los cielos celestes... tanto, que sus alas se derritieron al acercarse al Sol. Cuando caía hacia el vacío, comprendió que su error fue haber volado más allá de lo permitido, igual que el hombre del siglo XXI se dirige directo al fondo del abismo, allá donde se encuentran los ídolos sin gloria…

Ésta es una columna dedicada a la poesía que aborda aspectos existencialistas, posmodernos y underground.

Los textos que se presentarán serán de diversas personalidades y de varias épocas, así como de distintos tipos de corrientes y tendencias.

Asimismo es menester del espacio, convertirse en un lugar para postular ideas y escritos, que cuestionen varios puntos sobre la poesía en México y el mundo.

Así que si lo que quieres es poesía sin fama y aparadores, has llegado al lugar indicado: al abismo de Los ídolos sin gloria.

Beat pop!

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Encuentro sumamente curiosa la inconsciente habilidad humana de recordar ciertos datos triviales, totalmente dispensables para satisfacer nuestras necesidades básicas. Dicha información se almacena y se le cataloga e identifica con un nombre en particular: cultura.

Durante el surgimiento y desarrollo de los medios de comunicación, la influencia que éstos han tenido sobre la sociedad es impresionante. Somos parte de esta “cultura popular”. Los tiempos cambian y las personas también; la tecnología avanza y es imposible detenerla. ¿Resultaría posible que algo pueda ajustarse a esto de tal modo que su presencia se mantenga fresca a través del tiempo? A pesar de parecer difícil, la cultura pop ha generado un fenómeno del que nadie ha podido escapar y ni el tiempo ha podido hacer mella: la Beatlemania.


The Beatles, aquella banda que surgió en los años sesenta y marcó a toda una generación, se mantiene vigente gracias a la tecnología y a la situación mediática en la que estamos sumergidos (sin dejar de lado su calidad musical, por supuesto). Los años sólo sirven para cautivar a su público aún más. Recopilaciones, canciones inéditas, reediciones, videojuegos, y demás parafernalia, actúan como nuevos catalizadores para generaciones que -cada vez más- ven en el pasado la mejor época, en múltiples sentidos.

La cultura pop hace posible que la música que se oía hace cuatro décadas resulte novedosa y atractiva para un publico joven cuya ideología ha sido formada por los medios de comunicación. No hay desperdicio si hablamos de una banda de calidad como lo son los Beatles, pero quizá debamos de dejar de voltear atrás, a las formulas probadas, y concentrarnos en forjar un mejor destino cultural para nosotros mismos.

Por Marco Antonio Durán Pérez

¿Quién es Steve?

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Steve Vilchis
Es. Fue. Será:
Libra, joven, mentiroso, engreído, corto de estatura, mugroso, triste, agresivo, tranquilo, mariguano, cansado, aburrido, guevón, mexicano, provocador, caminante, crisol, cotidiano, chillón, hablador, oído-voz, destructor, distraído, chismoso…
“Su majestad… El chisme”.

*OpinARTE* Ni luz ni cultura

Publicado por Ahí está el detalle 20 oct 2009 1 comentarios


Cuando por fin se toman cartas en el asunto y se trata de difundir la cultura entre la sociedad mexicana, aparecen obstáculos que parecieran creados a propósito para impedir que las personas se interesen un poco en aquello que pretende ilustrar a algunos cuantos.

Luego de haberse instalado los foros y acomodado las casas editoriales por todo lo largo y ancho de la plancha del zócalo capitalino, resulta que han de quitarse para dejar el espacio libre a todos aquellos que quieren manifestarse por haber vivido el tan polémico caso de la ex compañía Luz y Fuerza del Centro.

Tanto trabajo costó la organización de la novena feria internacional del libro, tanto esfuerzo se ha llevado, tanto dinero se ha gastado, tanta publicidad y tanta falta que hace prestar atención a la cultura en México, que cuesta trabajo creer que es tan fácil quitar las carpas y lonas para permitir el paso de los manifestantes.


Ahí está el detalle, pequeño detalle que cobra grandes consecuencias. Si bien el caso de LyFC está presente, no puede dársele mayor importancia, pues se trata de una manifestación que carece de muchas bases. Se reflejan entonces las prioridades no del gobierno, sino de la sociedad misma.


¿Injusto? Lo es, puesto que es casi seguro que dentro de alguno de esos miles de libros que tuvieron que movilizarse se encuentra la respuesta al tan controvertido caso. Es una forma de autocastigarse, de cerrarse las puertas y no permitir el progreso cultural; porque no se trata sólo de libros, es también música, mesas de discusión, cine, oratoria, narración o teatro, que se van sólo por dejar ese espacio libre y, ¿acaso han resuelto algo?


Es difícil concebir que se haya tenido que recorrer aquella recolección de firmas por la paz para sustituirse por un montón de gente pidiendo que se les devuelva el derecho a permanecer con sus cuotas de luz libres de pago.


Irónico, ¿por qué siendo que el primero quiere paz y el segundo no, se le da preferencia a lo que causa caos? Tal vez no haya respuesta, porque para la cultura no hay tanta cabida; sin embargo, hay que agradecer que -por lo menos- se le ha permitido a la feria del libro recuperar el tiempo perdido y alargar su fecha de exposición.

No hay más que perseverar y apoyar en la medida de nuestras posibilidades todos los actos culturales, claro, si es que para nosotros representa algo importante y digno de atención eso de la cultura…



Por Omar Said Arrieta Torres

La censura no es una opción

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La tarde era hermosa, los rayos del sol iluminaban la vegetación de los jardines de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Los estudiantes se reunían en las áreas verdes para planear la sociedad del mañana, para construir sueños y fantasías sin censura…pero la construcción de ideales tuvo que detenerse.

Aún recuerdo la música que se escuchaba cuando llegó aquel hombre de edad madura y currículum impecable: dos doctorados, ocho libros y cientos de publicaciones... No obstante, esta persona sirve para dejar muy en claro que la calidad y los valores humanos no los da ningún título. Los nombramientos están tan corrompidos como el mismo hombre.

Este sujeto con temperamento agresivo, fuerte, exigía retirarse a un grupo de alumnos de una de las bancas a la entrada del edificio F de la ya mencionada facultad. Ante dicha situación, ocho jóvenes nos enfrentamos a la censura y autoritarismo de un profesor. Se decidió defender la libertad de expresión y de asociación que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos garantiza.

Mientras nos encontrábamos realizando una animación para la materia de Discurso Audiovisual, apareció el ser humano que se atrevió a decir: “Soy la persona con la mayor calidad moral en esta institución”. ¿Y si esta aseveración fuese cierta? Tendré que aceptarlo: los valores de la humanidad han caído muy bajo y el mundo realmente se ha puesto de cabeza. Que en una institución educativa se censure el trabajo estudiantil es algo paradójico, pues se supone que cualquier centro de enseñanza es creado para fomentar los estudios académicos.

Sin embargo, lo anterior para algunas personas no es una opción. Y la historia del conejo espacial tuvo que detenerse, porque un profesor no estuvo de acuerdo en la utilización de las áreas verdes para trabajos estudiantiles. Ya que de acuerdo con el maestro, estos espacios habían sido construidos para evitar que los alumnos tomaran adecuadamente sus clases.

Ante tal argumento era imposible hacerle entender al profesor que no todos emplean de la misma manera los espacios públicos, y que en está ocasión, se estaba desarrollando una grabación para una de las materias de la Facultad.

Así sucedió, el 16 de octubre se intento asesinar la libertad de ocho jóvenes universitarios y al mismo tiempo se trataba de violar la Constitución, que enuncia: “Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las capacidades diferentes, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas”.

Cuando en una universidad se violan líneas como las anteriores, frente a varios estudiantes, es claro que los valores y la moral de la sociedad se ha echado a perder. El ejemplo del profesor digno y humano ha quedado lejos frente a la imagen del déspota ignaro.

Ante esta problemática es importante que los jóvenes se unan y aglutinen fuerzas, porque es muy probable que los atentados no vayan sólo en contra de la libertad. Tal parece que el autoritarismo de épocas antiguas vuelve a resurgir para imponerse a la juventud; pero los jóvenes han adquirido experiencia, solidaridad y fuerza para luchar enérgicamente en contra de cualquier signo autoritario.

Son los niños de en medio los que aún creen que los sueños y las fantasías no tienen censura, aquellos que tienen el poder para cambiar al mundo. Los mismos hombres que se han propuesto asistir al derrumbe de los viejos templos cuando los ídolos se destruyen contra el suelo…


Por Marco Alonso Sánchez Ledesma


De placeres y tentaciones

Publicado por Ahí está el detalle 19 oct 2009 7 comentarios



Tentación: "Instigación o estímulo que induce el deseo de algo.

Persona, cosa o circunstancia que la provoca."
Real Academia Española



Nos asusta disfrutar. Nos dan miedo las tentaciones. El placer desde siempre ha sido víctima de culpas ajenas. Hemos desarrollado como humanidad una serie de límites y barreras para permitirnos sentirlo. ¿A qué le tememos tanto?, ¿qué sucede con lo moralmente correcto?

La historia lo ha perseguido y castigado injustamente. Imposible recordar desde cuándo se han castigado diversas formas de placeres que -por ende- se convirtieron en culposos, como el comer más allá de la saciedad, bailar, perder el tiempo, reír a carcajadas, el sexo sin afanes reproductivos, descansar, probar dos sabores distintos a la vez, besar a quien no se debe aunque se quiera…

Huimos desde el aroma de un delicioso postre hasta de unos labios desconocidos. No se nos permite caer a gusto en esos anzuelos, redonditos. Nos mesuramos con temor a una franqueza que no podríamos manejar al no estar acostumbrados a ella. ¿Por qué si todos disfrutamos de más de un placer culposo, no le quitamos el adjetivo? Dejémoslo sólo en placer, en gustos, en disfrutar caer en tentaciones de vez en vez. Olvidarnos a momentos del “qué dirán”.

No se confunda el párrafo anterior como una invitación a prescindir de límites. Son necesarios. Nos ayudan a mantener el equilibrio tanto personal como social. Sin embargo, debemos analizar bajo cuáles nos conducimos, quizá alguno sea prescindible y pudiéramos gozar más de ciertas situaciones u oportunidades.

¿Por qué no gozar de la capacidad perturbadora que una mirada puede tener sobre nosotros?, ¿o del sabor del chocolate?, ¿para qué seguir atesorando sonrisas en las comisuras de los labios? Hay que definir prioridades y distinguir entre tentaciones; descubrir por cuál vale la pena arriesgarse un poco. Después de todo, si presumimos buscar la felicidad en nuestras vidas, ¿conocemos la unidad correcta para medirla? ¿Cómo sabremos entonces si al perdernos de esos minutos, amores, besos, sonrisas, de esos pequeños placeres, no la estamos alejando?

Y… ¿qué sucede cuando nosotros mismos, como personas, resultamos tentadores? ¿Lo disfrutamos? Me parece que todos gozamos ante la idea de provocar sensaciones en el otro. Jugamos con las miradas, las sonrisas; intercambiamos posiciones como objetos del deseo. Sin embargo, la mayoría de las veces toparemos con pared, ya que el temor de uno u otro a que la travesura se salga de las manos frenará aquel mudo diálogo.

Ahí hallamos otro problema: queremos tomar el placer y controlarlo a nuestro antojo, como si de nosotros dependiera el sentirlo o no y cuánto. Él llega a nosotros, nos descubrimos sus víctimas de vez en cuando, pero jamás decidiremos bajo qué estímulos lo sentiremos y bajo cuáles no. El placer disfruta de sorprendernos; quizá por eso el temor, perdemos cada vez más nuestra capacidad de asombro y nos negamos a asumir que existen cosas sobre las cuales no tenemos control alguno.

Dicen que el pecado es el consentimiento de la tentación. Me parece que ya tenemos suficientes culpas. Complazcámonos de vez en cuando. Nos lo merecemos. No perdamos oportunidad de disfrutar momentos, comidas, carcajadas, personas, besos, sueños, que pueden ya no presentarse. Después de todo, sólo se vive una vez.


Por Sara Villegas Ramos

*¿Y por qué no?: ¿El fin lo vale?

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Estoy harta de despertarme a las ocho de la mañana para ir a trabajar, de lunes a sábado; es el problema de ser estudiante y querer hacer mil cosas más a la vez. Todos los días es igual: me levanto, me baño, me cambio y me voy corriendo a mi trabajo, porque tengo la maldita costumbre de llegar tarde. Llego y acomodo todo en el cyber para que después una bola de chamacos lleguen a jugar X-BOX 360 y me dejen el piso lleno de papitas…
Me choca estar sentada toda la mañana, pero no me queda más que hacer, porque mi tarea o mi obsesión por Internet no me lo permiten. Siempre se me olvida desayunar y tengo que salir a la tienda a comprarme mi lechita y mis galletas, ¿nutritivo, no?

Después salgo corriendo del trabajo porque tengo clase de inglés, ¡ay cómo me mata el camino hasta la escuela!, porque tengo sólo 20 minutos para llegar, de los cuales: 5 se van en correr, 5 más en esperar el pesero, 10 en llegar a CU, otros 5 en caminar hacia la facultad y 20 en saludar a todos los amigos que me encuentro en el camino… y de nuevo llego tarde.

Llega la hora de la comida e intento alimentarme sanamente, pero ¿cuál es mi sorpresa? En la facultad siempre venden lo mismo, deliciosos platillos como tacos de canasta, empanadas, enchiladas de pollo seco, sopes de bistec, gorditas grasosas, chapatas con carne pasada y comida corriente… perdón, corrida. Lo malo es que termino por ceder ante tan suculentos manjares.

Bueno, ya en las clases “normales” me dispongo a entrar con todas las ganas del mundo, pongo atención 30 minutos y luego me pongo a pajarear… a pensar en las tareas que no he hecho, en mi ropa que no he acomodado, en el chico que me gusta, o en la inmortalidad del cangrejo… y otra vez no entendí lo que se habló en clase.

Aquí vamos, salgo de la escuela y lo único que quiero es llegar a mi casa, pero ¡oh, gran desilusión! la fila del pesero siempre está hasta el “gorro”… Está bien, no queda de otra más que esperar y aprovechar esos pequeños momentos libres para filosofar, preguntarme qué estarán pensando las demás personas y ponerme a crear historias en la cabeza.

Estando en mi dulce hogar me siento a cenar y a distraerme viendo el noticiario, pero con lo único que me encuentro es con problemas, ¡ay no!, mejor checo mis pendientes en la agenda y… más problemas. Si no tengo que buscar información para mi programa de radio, tengo que practicar con la guitarra, o hacer trabajos en equipo, y eso si no tengo tarea…

Por fin son las 3 de la mañana, mi hora de dormir… un nuevo día llega y aquí vamos otra vez, pero sin duda, EL FIN LO VALE, ¿por qué no?… y para ti, ¿qué vale tu fin?


Por Gissel A. Portillo

Directorio

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¿Quién es Nathalie?

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Nathalie Escutia López


* Oveja Bullicioza… (sic): Ente errático de incorregibles dispersiones mentales. No hace mucho rondaba los pasillos de la facultad; el patetismo soleado inundó sus pasos antes de que el eco desapareciera entre inconcebibles recovecos, sólo por escucharla farfullar: “Si juego a abrirme la cabeza con un abrelatas, esto sería lo instantáneo, estándar, fácil de digerir…”

“…De mi descontento general (no gratuito) hace tiempo que nació un híbrido: antidepresivo favorito de algunos, la más nefanda aparición de otros, pequeña criatura intoxicante para los menos, (y me río para mis adentros, no creo tener tanta suerte). Irresponsable como nunca lo seré, adicta a lo ridículamente imposible. Me mueven los crutones, el chocolate y el café (me incluye la maldita úlcera que carcome mis entrañas, pero todos necesitamos un vicio). Un poco más que eso (agitado, no revuelto), se llama Nathalie. Oveja b, si juego a la indisoluble grosería del anonimato... ¿Alguna pregunta?”


* Oveja porque me sé dentro del rebaño y una más del molesto vaivén…

Bullicioza con “z”, denunciando la (in)discreta y desgastante irreverencia (si ella habrá de acabar conmigo o yo con ella…habrá que esperar para ver).



¿Quién es Tony?

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Marco Antonio Durán Pérez

"Cortas sentencias vienen de la larga experiencia". Con esta frase en mente, procuraré notarme breve. Me llamo Marco Antonio, aunque la mayoría no usa mi segundo nombre. Soy Marco a secas, o Tony, que es como me hago llamar. Soy un tanto obsesivo-compulsivo y siguiendo con esta línea puedo advertiros que soy un lector veloz pero un escritor bastante pausado. Disfruto de una buena lectura, pero la tarea de un escritor me exige mucha concentración. Ya que toqué el tema de las artes literarias, podría seguir enumerando las cosas que realmente disfruto...

La música. Soy de cierta manera un músico frustrado (aunque aún albergo ciertos momentos catárticos para este trauma), y a pesar de esto, la música es mi vida. Me encontrarán con unos audífonos como si éstos fuesen necesarios para mi desempeño diario; el rock es el género por excelencia, pero disfruto de muchos otros.
El cine, animación, diseño gráfico, futbol, lenguajes, viajes, son otras situaciones lúdicas que realmente me definen o me identifican, no sabría decirlo. No podría enunciar que lo que nos gusta es lo que nos representa, pero trato que esto les permita dilucidar quién soy.

En fin, el proyecto blogístico que los trae a estas líneas hará posible una mejor interpretación de quién soy a través de los múltiples escritos que publicaré en este portal.
Pleased to meet you!

¿Quién es Ana?

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Ana Bertha Pérez Villa

Mi nombre es Ana Bertha, pero prefiero Ana. Tengo 24 años. En las mañanas trabajo en la aseguradora AXA y por las tardes estudio la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Entre mis gustos y placeres se encuentra la poesía: disfruto perderme en la Táctica y estrategia de Benedetti, sin dejar pasar el Síndrome para finalizar con Hagamos un trato. Tolero cualquier tipo de música, aunque me encanta la trova. Me considero una persona sociable, risueña, súper simple. Me gusta conmoverme y sorprenderme por los detalles. Un poco testaruda, imprudente, valiente, dedicada, generosa, solícita, atractiva, entretenida, mal pensada, autodestructiva, amigable, sonriente, encantadora, puntual, perseverante, constante, ambiciosa, inteligente, colaboradora. Algunas son virtudes y uno que otro defecto, pero soy así, sin máscaras, sólo pretendo ser franca.

Detallando...

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La curiosidad es lo que define este espacio. Descubrir anécdotas. Analizar particularidades. Escribir sobre lo considerado pormenor. Estudiar ciertos fragmentos de la vida cotidiana. Reflexionar sobre gestos y rasgos sociales y manifestar opiniones fundamentadas. Porque siempre valdrá la pena rebuscar en lo dado por hecho o en lo pasado por alto y, sin querer, nos resulta fascinante. Por eso Ahí está el detalle... para abarcar cualquier acepción del término y aterrizarla en nuestro día a día mediante textos que sirvan para espiar nuestra realidad e intercambiar miradas cómplices...




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