Podemos entender como oscuridad a la ausencia de luz; la luz es entonces la materia esencial para la existencia de cualquier cosa. Sin luz simplemente no existiríamos, ¿cómo rayos quería Dios que Adán y Eva vivieran siempre en la oscuridad? Para nuestra fortuna comieron del fruto prohibido y hemos de habernos topado con la triste realidad.
Habiendo ya pasado no sabemos cuántos años de esto, la vista es uno de los sentidos más importantes en la subsistencia del ser humano. Sin ella, la complicada tarea del ser estaría perturbada a cada instante por la ignorancia de no saber qué hay a su alrededor. Sin embargo, hay miles de hombres y mujeres que carecen del sentido captador de información visual, ¿cómo pueden sobrellevar una vida plena o al menos aparentarlo?
La agudización de los sentidos se forma con respecto a las necesidades de cada uno. Un chef muy probablemente haya entrenado su gusto y olfato para tener una mejor percepción del platillo realizado. Un músico tendría un buen receptor auditivo. Un crítico de arte tendría bases para juzgar las tonalidades y efectos de las formas, trazos o colores que pueda tener una obra de arte. Un sastre necesita de su tacto para combinar texturas en sus creaciones.
Cada quien utiliza el arma que mayor le convenga, pero ¿qué pasaría si a cada uno se les quitase esas cualidades primordiales? Todos podrían seguir realizando sus actividades. Hasta el sordo, el claro ejemplo es Beethoven. Sin embargo, si la luz que les ayuda a crear todas sus obras se extinguiera, el chef podría quemarse con facilidad, el músico no podría redactar una partitura, el crítico no tendría nada que juzgar y el sastre simplemente no haría más que pegar telas.
El detalle está en que a veces damos por hecho lo que tenemos y no valoramos más que cosas materiales, banales. Contando con increíbles lectores de información exterior propios, creemos que estarán con nosotros permanentemente. No somos máquinas con las cuales por medio de un botón tengamos mayor visibilidad o sensibilidad, pero constantemente nos encargamos de contrarrestar la capacidad de los sentidos, fumando, tomando, escuchando música a todo volumen...
A este paso, sin percatarnos, muy probablemente algún día llegará el momento (cuando la vejez nos alcance) en que padezcamos la ausencia de uno de ellos y sin remedio. Hasta ese entonces valoraremos lo que, no sólo los sentidos, sino cada parte de nuestro cuerpo hace por nosotros. Entonces, ¿qué hacemos nosotros por él? ¿Por qué achacar algo tan perfecto?
Somos responsables de nuestros actos, dueños de nuestro cuerpo y conductores de nuestro incierto destino. Tenemos herramientas para ello, como el objetivo de una cámara captamos y guardamos imágenes, las cuales no existirían sin la luz, nos desarrollamos basados en ellas y día a día sobrevivimos gracias a ellas.
Sin duda la luz nos guía y nos guiará hasta el final del túnel.
Por Herón López Nancy.