¿Quién es Gissel?

Publicado por Ahí está el detalle 14 oct 2009 3 comentarios



Gissel A. Portillo Gutiérrez

Cuento con apenas 20 añitos de edad y radico en mi natal Distrito Federal. Me apasionan la música, el baile, la fiesta, los amigos, la familia y la producción audiovisual…

En mi historia se enumeran varias actividades como haber tomado clases de teatro, guitarra y salsa. También he laborado en diversos oficios desde empacadora, pasando por una cafetería, un restaurante, una boutique, un cyber café, hacer la claqueta en un cortometraje, hasta formar parte del talento y la producción ejecutiva de un video clip…

Actualmente realizo proyectos como cursar la carrera en Ciencias de la Comunicación en la UNAM; la locución de un programa de radio por internet llamado Soundtrack; formo parte del equipo de La Jarra Producciones como Productora Ejecutiva, escribo para el blog Ahí está el detalle…y como un plus, soy integrante de una banda de rock tocando la segunda guitarra.

Libre, alegre, mandona, obsesiva y loca son los términos que me definen. Mi motivación son las ganas de salir adelante haciendo lo que me gusta, sin límites y siempre mirando hacia arriba y para adelante.


¿Quién es Said?

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Omar Said Arrieta Torres

Mis intereses giran en torno al arte, espacialmente la música; considero que el arte es la expresión humana más pura.

Soy una persona muy tranquila, me gustan la literatura y el cine realistas. Entre mis obras preferidas están el libro Vida líquida de Zygmunt Bauman y la película Tomates verdes fritos de Jon Avnet.

Suelo tolerar casi cualquier género musical, sin embargo, mi favorito es el Crossover clásico: interpretaciones clásicas mezcladas con arreglos contemporáneos. Actualmente pertenezco a un grupo de música celta donde participo con la interpretación de violín y viola.

Recomiendo a mi cuarteto de cuerdas favorito Bond así como a grandes violinistas como David Garret, Robby Lakatos, Joshua Bell, Hilary Hann, y también películas como Beethoven de Sidney Kimmel y Lolita del inmortal Stanley Kubrick.

¿Quién es Nancy?

Publicado por Ahí está el detalle 13 oct 2009 0 comentarios




Nancy Herón López

Edad: 19 años

Estado: En cuestión

Personalidad: Tranquila

Caótica, simple y lenta, esas son las palabras que describen mi pasiva estancia aquí. Recibiendo y dando al mismo tiempo. Sin rencores que manejen mi camino y con recuerdos que consolidan la estancia.

Leer no es mi pasatiempo favorito pero si alguna novela llegase a presentarse frente a mí, con gusto acepto la invitación a un nuevo mundo de drama, amor y/o suspenso. La música me reconforta y ayuda a que mi ánimo frente al volante sea más rápido o tranquilo. No practico ningún tipo de ejercicio. Dormir es mi mayor placer y mi peor pecado.

En mi tiempo libre me gusta compartir vivencias y experiencias, crear risas y hasta llanto. Dejar que se expresen y pensar que cada uno tiene un mundo entero que descifrar y al cual probablemente acceder por medio de la simpatía que causa mi persona.

Soy simplemente una persona en busca de la felicidad, alguien que busca el camino más apto para llegar no a un fin, sino a una meta, un lugar o momento que aprenderé a ver con el paso del tiempo como una lección más de la inexplicable vida con la que lidiamos día a día.

¿Quién es Arturo?

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Arturo Aguilar Mireles

Arturo es un apasionado de todos los deportes, sobre todo del futbol. Disfruta casi todo tipo de música. Puede mover la cabeza como desquiciado o simular que toca la batería con una buena rola de rock hasta mover los pies con cierta sincronía con el cuerpo para que simulen que realmente sabe bailar una buena salsa. Aunque su conocimiento sobre la historia mundial no es tan basto como él quisiera, nunca pierde oportunidad para conocer más sobre ese tema, el cual le encanta discutir. A sus 23 años tiene muchas metas personales por cumplir a corto y largo plazo. Frustrado futbolista profesional, mas no quiere decir que lo haya dejado de practicar, cada vez que tiene oportunidad se para frente a un balón y lo trata como debe ser. Americanista recalcitrante. Seguidor de Los Simpsons. Futuro periodista. Con una enorme ansia de conocimiento y de lugares por visitar (¡tantos lugares que le faltan por conocer en México y el mundo!). Con un sentido del humor sarcástico con tintes de color negro. Lúdico por naturaleza: dominó, cartas, billar, videojuegos, y hasta los de mesa; cualquiera donde encuentre un adversario capturará su atención. Orgulloso de quién es, de su vida, su familia y sus orígenes.

¿En pelotas?

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En pelotas pretende ser una columna que señale el detalle en los deportes, aquél que se encuentra en lo que no vemos o pasamos por alto, en lo que olvidamos o ignoramos.

En esta columna el que sabe y disfruta de los deportes encontrará un lugar adecuado para la crítica abierta sin una línea a seguir. A quienes desconocen ciertas disciplinas o el deporte no sea de su completo agrado, no pretendo que éste les atraiga, pero sí explicar de tal modo que se comprenda el porqué de las cosas.

Escribire "en pelotas", porque solo así verán el detalle que esconde el deporte.



Arturo Aguilar Mireles

¿Quién es Lizbeth?

Publicado por Ahí está el detalle 12 oct 2009 0 comentarios

Lizbeth Alcibar Vázquez

Konichiwa (hola) Soy estudiante de todología en la FCPyS. A mis 20 años he aprendido que es imposible esperar que la escuela te resuelva la vida, por lo que tienes que tomar medidas para aprender lo que de verdad deseas.

Me gusta leer en mis ratos libres. Mi autor predilecto es Gabriel García Márquez, aunque por lo regular leo de todos los géneros. Mi fascinación es la música asiática, soy fan de los doramas, y amiga del fandom. Gozo de escribir fics y leer mangas.

Asimismo, los deportes son mi pasión y el futbol, mi perdición. Como verán, soy una mezcla extraña de gustos, espero mis escritos sean de su agrado.

¡A (¿o en?) la madre!

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¡Yo te traje a este mundo y también te puedo sacar de él!”
Mi madre.


Madres hemos conocido de todos tipos, colores y sabores, (sí, sabores). Las concebimos como elementos indispensables en un mundo que nos toma toda una vida comprender, o cuando menos, digerir. Tengamos o no, debemos admitir que la vida es como es por la presencia aunque sea intermitente de estas curiosas e inexplicables criaturas.
Sin intenciones peyorativas, digo lo anterior entendiendo el concepto “madre” como el mayor exponente de lo multifactor - facético. No obstante, y dado que las hay por todas partes, es imposible no preguntarse qué nos resulta tan convincente como para convertirnos (hablando particularmente de las féminas contemporáneas) en hermosos y comprometidos especímenes dispuestos a todo por un humano que en principio no es más grande que una hogaza de pan.
Mi cabeza empezó a elucubrar los motivos posibles para seguir poblando este mundo: para llevar mis genes al futuro, asegurar la consolidación del nefasto imperio humano, por aburrimiento, por temor a una vejez miserable y solitaria, por envidia-emulación o simplemente porque "así debe ser" (cita textual de una madre anónima).
Recordé entonces alguno de esos indeseables viajes cotidianos en el manoseado transporte público, donde llegué a escuchar una de tantas grabaciones cursis ad nauseam -de ésas que los amables vendedores tienen a bien elevar hasta decibeles insospechados- la cual rezaba: “Mi hijo adolescente me había dicho: ¡No te metas en mi vida! a lo que yo contesté: Hijo, yo no me metí en tu vida: tú te metiste en la mía…” Y de ahí continuaba una disertación romántica acerca del sacrificio de una madre: las noches en vela, el descuido total y deliberado de su vida por entregarla a los vástagos, y un larguísimo etcétera. La pregunta del millón: ¿quién se metió en la vida de quién?
Entender a los seres humanos como entes pensantes por definición se pone en tela de juicio cuando no existe una respuesta contundente y veraz para seguir trayendo bultitos rebosantes de talco y lágrimas a una realidad hipócrita y corrompida, aunque con innumerables placebos para disimular. No es mero pesimismo, considero la proliferación de una especie como importante si y sólo si el hecho no altera el “equilibrio” natural de ésta y/o su entorno, pero nosotros… ¿entramos en este parámetro?
Del mismo modo, en mi cabeza deambulan los paradigmas sociales: no puedo olvidar que ser madre en la sociedad representa lo más cercano al éxito aunque paradójicamente nos lleva irremediablemente a la destrucción paulatina, inevitable pero necesaria de la progenitora: la vida entonces habrá terminado.
Así es que, ¿justificaciones? ¿Cuáles? ¿Será que debemos admitirnos vulnerables ante una naturaleza primitiva y omnipotente a quien no podemos negarle la reproducción? ¿Es el ser humano un ente irracional, pletórico de un egoísmo y masoquismo monumental y por eso no desea detener su nociva expansión? ¿Es nuestra inteligencia inferior a nuestro egocentrismo?
Pero volviendo a la cuestión inicial: ¿Ser madre para someterse al instinto y/o al maldito rol social? ¿U obedecer (aunque sea inconscientemente) las leyes naturales de las que jamás podremos desprendernos? ¿O atender al cinismo y admitir a los hijos como extensión de uno mismo y todas nuestras actividades infructuosas y vanas (egoístas al fin y al cabo)? Reservando el nihilismo para los solitarios recovecos de mi inconsciente, por ahora habré de limitarme a dejar la respuesta a criterio del lector… (También se aceptan reclamaciones).


Por Nathalie Escutia López.

La esclavitud de la moral

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La moral es una palabra de grandes misterios, significados poderosos, y maravillosas costumbres. Cuando uno se da a la tarea de buscar información sobre este concepto, la mayoría de los resultados dan como definición: “La moral es un conjunto de normas de conducta y convivencia”; se supone debe funcionar para el mejoramiento de la sociedad.
No obstante, este escrito postula la idea de que dentro de una sociedad en decadencia, la moral es decadente y, por ende, la moralina se implanta como parte de las normas sociales que la han de regir. (Entiéndase por moralina lo contrario a la moral; actuar de una manera falsa o hipócrita según tus propios principios y valores. O bien, como una moralidad inoportuna, superficial y falsa).
Las sociedades en la actualidad se ordenan con valores que nos alejan del desarrollo comunitario. No se busca entablar mejores relaciones humanas, sino únicamente salvaguardar una forma de interacción social que le permita al ser humano mantener las relaciones básicas de convivencia.
Las personas no se preocupan por vivir mejor sino de vivir, ya que ¿no es acaso el sistema capitalista y la crisis que éste atraviesa lo que importa? Se prepara el telón de fondo para anunciar que la situación del sistema es cada vez más difícil e intensa y la sociedad en general pagará nuevamente los platos rotos. Desempleo, miseria, hambre, delincuencia, impunidad, son sólo algunas de las cosas contra las que se tiene que enfrentar una persona en la época moderna.
No es posible que bajo dicho escenario se plantee la posibilidad de creer que la sociedad avanza hacia el progreso y el bienestar social. Incluso debemos considerar el factor de que el hombre es esclavo de una sociedad cuestionada y descrita alguna vez por Nietzsche en El anticristo, dónde él expresa: “¿Qué es lo bueno? Todo lo que eleva en el hombre el sentimiento de poder, la voluntad de poder, el poder en sí. ¿Qué es lo malo? Todo lo que hunde sus raíces en la debilidad”. ¿Es acaso al revés? ¿Lo malo es bueno y viceversa? Optar por la debilidad está bien mientras lo incorrecto es buscar el sentimiento de poder.
Éste es un debate que sólo a la moral le corresponde resolver; aunque una sociedad enajenada no puede definir la diferencia entre lo bueno y malo por sí sola. El hombre realmente necesita de instituciones como el Estado, la Iglesia, la familia o la escuela para marcar los límites entre el bien y mal.
Resulta evidente también que el momento que atraviesa la humanidad en los últimos años no es el mejor de todos los tiempos. Los problemas en los que se ha metido por vivir de la forma como lo hace, la ha llevado a verse en la encrucijada de elegir entre seguir optando por la mentalidad alineada a los patrones de conducta y valores que determina la sociedad, o buscar una nueva forma de interactuar entre los seres humanos y con el entorno.
En una era donde el conocimiento se ha asesinado y Dios se ha ocultado, el hombre debe hacerse responsable de cada una de sus acciones y dejar de utilizar una falsa moral que únicamente sirve para disfrazar una realidad en decadencia.

Por Marco Alonso Sánchez Ledesma.


Hoy el mundo está por la mierda y los dirigentes no quieren solucionar los problemas de raíz, prefieren seguir confiando en el actual modelo que sólo arroja beneficios a unos cuantos, y esos cuantos son los que dirigen las naciones. En nuestro país, la cosa está FeCal; de hecho, sólo pensar en el próximo año me aterra. Ah, pobre de México… en todos los países mejoran las expectativas ante la crisis menos en él, y ¿quién lo va a arreglar? ¿El gabinete? ¿Los viejos? ¿FeCal? ¿El Chapulín Colorado? ¡NO! Esto lo arreglamos nosotros, porque somos jóvenes, porque el mundo pronto estará en nuestras manos y por algo hay que empezar; es decir, hoy es el momento para decidir si 2010 será en México el año de la miseria o el de la Revolución de juventud.


Para empezar, ¿qué es ser joven? Ser joven es pensar, crear, expresarse. Bailar el ritmo del alma, cantar la poesía del corazón y pintar los sueños y fantasías que faltan por cumplir. Es representar los sentimientos humanos en busca de su comprensión, escribir la verdad para provocar el cambio, tocar la música de las viejas nostalgias, los sentimientos presentes y las ilusiones del mañana. Retratar la realidad, lo bueno y lo malo, para mejorarlo o cambiarlo. Ser joven también es ser noviembre, es salir a las calles, provocar la Revolución a tu manera, en la medida que puedas, y decir: “Me encantaría cambiar este pinche mundo”.


Es evolucionar en beneficio de las generaciones que vienen, tal como lo hicieron los vecinos del barrio de Santo Domingo en Coyoacan, lugar donde hace veinte años ni siquiera entraba la policía. Sin duda era un ambiente pesado y quizá hace veinte años los entonces niños y jóvenes que lo vivieron se sentían temerosos de salir a las calles, les dolía ese pestilente aroma a delincuencia. Y crecieron, se volvieron adultos, tuvieron hijos y les enseñaron a vivir de otra forma. Esos jóvenes y niños no querían más violencia, así que rompieron el molde y enseñaron a sus hijos a vivir en paz. Eso, a mí entender, es ser joven: estar, ver, vivir y evolucionar.


Lo malo es que no todos lo ven igual. Hay quienes prefieren que el molde siga vivo para que el mundo no cambie y que la prosperidad sea sólo para los potentados, son gente que desprecia la necesidad que el joven tiene por expresarse. Hay quien no entiende que el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla. El 2 de octubre, por ejemplo. ¿Cómo pretenden que olvidemos la más grave afrenta al derecho de la libre manifestación? Jóvenes asesinados por protestar, por expresar su sentir y pensar. Pues bien, olvidaremos el dos de octubre cuando deje de ser una revolución pendiente y un crimen impune, y cuando eso pase edificaremos un enorme monumento que lo recuerde y ya no habrá marchas ni manifestaciones. Hasta entonces diré que ser joven también es recordar y protestar.


Por eso, jóvenes, cambiemos el mundo como sólo nosotros sabemos. Vamos por esa revolución que no derramará sangre ni esparcirá balas; una revolución de llamado, expresión y provocación que haga florecer el pensamiento y el sentir de todo un pueblo. Vamos por una Revolución de juventud, porque ser joven es el No future, y no es un simple cruza los brazos y espera el fin, sino un no hay futuro así que ve a buscarlo, porque ser joven es Do it your self.

Por Miguel Pacheco Buendía


Aún recuerdo esos días en que mi madre llegaba de trabajar y me encontraba viendo Los Caballeros del Zodiaco. “Esas cosas apendejan” me decía, mientras miraba de reojo las batallas de Seiya de Pegaso en contra de alguno de tantos caballeros que existían en la historia. Yo podía pasar horas enteras frente al televisor, esperando que la historia no terminara nunca.

En aquel tiempo, la televisión había sido invadida por caricaturas cuyos protagonistas poseían ojos enormes, se expresaban con onomatopeyas y usaban uniformes escolares más bonitos que el mío. Cuando crecí supe que los dibujos animados con esas características se denominaban anime y sus hilarantes historias tenían la peculiaridad de no ser discriminadoras, orientarse a los niños de cuerpo pero también a los del alma; a los jóvenes y adultos que en ella encuentran pedazos de su vida e ilusiones retratadas.

Hoy en día el anime aún es considerado como un producto exclusivo para infantes. Escucho comentarios como que sólo los pequeños pueden entender las historias, o bien, que mirar “esas cosas” es una pérdida de tiempo y fomentan la pereza. Éstas son hipótesis que he escuchado en innumerables ocasiones, mas no encuentro sustento suficiente para creerlas.

Si los niños son las únicas personitas que pueden comprender los animes, debe ser entonces que la torpeza e ignorancia de los adultos es demasiada y les resulta imposible encontrarle sentido a Candy Candy. Si mirar anime es sinónimo de perder el tiempo, que alguien me diga qué cosa no lo es. Transportarse de un lugar a otro, dormir, e incluso comer implica desperdiciar parte de nuestra vida. Y, ¿exactamente por qué el anime fomentaría más la pereza en los niños que cualquier otro programa televisivo? Mientras no se presenten razones de mayor peso, continuaré afirmando que el anime es para todo público.

Esto significa que el anime no sólo intenta entretener a los niños contándoles historias sobre ninjas con poderes ocultos o caballeros cuya misión es proteger a dioses encarnados. También se preocupa por sembrar la duda y orientar a la reflexión respecto a los efectos de nuestras acciones, o a los costos que pagamos por ser hombres de la modernidad: el crear armas de destrucción masiva, el continuo desarrollo de las tecnologías, las repercusiones que puede causar el aislamiento de los individuos, entre una larga lista de etcéteras.

Por ejemplo, Battle Royal narra la historia de un grupo de estudiantes rebeldes, los cuales han sido escogidos por el gobierno para protagonizar un juego sangriento. El objetivo principal es hacer que los estudiantes se aniquilen entre ellos, pues solo debe existir un ganador: aquél que esté sano en cuerpo, mente y alma. Un niño podría decir que el anime le gustó porque los dibujos están “padres”, mas no estaría comprendiendo el tema central. Este anime intenta mostrar cómo la sociedad se ha ido degradando hasta llegar al punto de sacrificar a los jóvenes estudiantes para mostrarles que la vida es muy compleja, además de hacerles ver lo erróneas que llegan a ser sus conductas dentro y fuera de la escuela. Si un niño de 6 años puede aterrizar ideas como ésta, entonces es un genio.

El anime cumple su función de entretener al espectador (conmigo lo hacía de niña y aún lo hace), pero también nos muestra la realidad de las sociedades en las que estamos inmersas. Los niños pueden considerarlo mero entretenimiento, pero a los no tan niños les hace pensar en las acciones que ejecutan a diario, además de mostrarles un mundo completamente distinto al que viven, casi irreal. Insisto, el anime no sólo es para niños, pero ¿tú que piensas? Si aún tienes dudas podrías arriesgarte a conocer alguna serie y descubrirlo por ti mismo, o bien, dejar que los demás te digan si lo es o no.

Por Lizbeth Alcibar Vázquez

¿Quién es Sara?

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Sara Villegas Ramos

Soy hija de una socióloga que juega a la docencia y de un comunicólogo que desde siempre ha coqueteado con la política. Me gustan el jazz y el cabaret. El teatro musical. Creo que si te defines para siempre, corres el riesgo de equivocarte para siempre. No me gustan las etiquetas ni hablar de usted. No me gusta que la gente crea que no puede hacer nada por cambiar las cosas. Creo que todo es relativo y me molesta que se exija definir las cosas en blancas o negras. Me gusta cuestionar y tener argumentos preparados por si los papeles cambian. Imagino todo el día. Me gusta ayudar a los demás. Quiero especializarme en el área de derechos humanos, sobre todo en el derecho a la no discriminación. Urge transformar los prejuicios heredados en juicios adquiridos.

Creo en la gente; confío fácilmente. Me gusta Benedetti y su No te salves. Tardo mucho tiempo escribiendo y soy exigente conmigo misma. Amo a los amigos que son familia que uno escoge. Lloro fácilmente también. Me río mucho y me gusta bailar. Descubrir. Repensar. Las catarinas y la Luna. El saber que siempre se puede empezar de nuevo es de mis certezas favoritas. Disfrutar de los detalles y distinguir los distintos sabores de la comida. Abierta. Franca. Buena amiga… Me gusta ser quien soy.

¿Quién es Miguel?

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M.P. Buendía

No sé que coño decir sobre mí, joder tronco, que cómo me cachondea la hoja en blanco. Hubo un tiempo en que la vida se veía llena de colores, como un arcoiris, luego no sé qué paso y todo comenzó a verse gris y después negro. Hoy no sé que onda conmigo pues ni siquiera sé si me conozco. Ya no sé ni qué me gusta y no sé si aún me gusta lo que antes me gustaba… las cosas cambian, pero aún me gustan los cigarrillos y los Misfits. Pensé decir que soy sólo un ser humano, pero ya tampoco sé qué es un ser humano, y es que en realidad no sé muchas cosas, como por qué en este escrito no dejo de decir .

En fin, me considero un racista, antisocial y soñador. Quisiera que el mundo fuera mío para cambiarlo a mi gusto y conveniencia, y ser el más grande emperador de la historia para dar a todos las mismas oportunidades de triunfar en la vida. Sueño con poder volar, sueño con ella y con en mi cama tenerla. Me gusta la noche, la luna y las estrellas; adoro los días nublados, la lluvia y los vendavales. Detesto el sol y su calor; desprecio el capitalismo y a Felipe Calderón. Me agrada el silencio, no tolero la muchedumbre. Gusto de la música nocturna de los grillos y de trepar cosas, aunque luego me de miedo bajar. Y me gusta la soledad, me gustan los cementerios y las películas, Ill Niño, los Ramones, Tevision y Green Day. Admiro a Lovecraft, admiro a mi perro y admiro la belleza del mundo.

Y la admiro a ella aunque no quiera, pues desde que la vi sonreír ya nada me queda, soy sólo un muerto al que le robaron el alma, estoy enamorado, quizá sólo en esto no me he equivocado, ya no puedo ni definirme, pues de mi mente se adueñó, se roba mis suspiros y los latidos de mi corazón, cada paso en mi andar le pertenece, es suyo como mi alma, mi corazón y cada sueño que en mis noches acontece. Admiro sus labios, su sonrisa y su caminar; admiro su cabello, su risa y de su hombro el diáfano lunar; admiro su belleza, su mirada y su pensar, y es que quizá ella mi vida pueda volver a colorear; sólo sé que la admiro a ella y lo demás, joder tío, qué más da.

¿Qué es OpinARTE?

Publicado por Ahí está el detalle 11 oct 2009 1 comentarios


La expresión humana, o las formas simbólicas de las cuales se constituye la cultura humana son muy variadas; es esa variedad la que permite situar al hombre en un plano idealista más elevado que cualquier otro recurso pueda alcanzar.

El arte permite que el ser se exprese de una manera diferente y en modalidades tan variadas que van desde la música hasta el grafiti; en ese afán por conocer qué hay detrás de las producciones artísticas es que se crea la columna OpinArte, donde la expresión no tiene fronteras y donde el protagonista es el artista.

Si hay algo de lo que me guste escribir es precisamente de ese mundo tan abstracto del arte, mundo en el cual, por cierto, la diversidad no sólo es bienvenida, sino necesaria.

Omar Said Arrieta Torres

"¿Y por qué no?", ¿qué es eso?

Publicado por Ahí está el detalle 0 comentarios


Cuando algo no nos gusta de entrada solemos decir: “¿y por qué?”, cuando quizá no tengamos argumentos sólidos que sustenten el por qué no. Hartos de ser juzgados por estar "siempre en contra de todo", surge esta columna que pretende dar a conocer nuestras ideas y fundamentos.

Este espacio ofrece un lienzo para plasmar todos los motivos que sostengamos contra algo... Basta de criticar por criticar. Nosotros proponemos.


Detallando...

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La curiosidad es lo que define este espacio. Descubrir anécdotas. Analizar particularidades. Escribir sobre lo considerado pormenor. Estudiar ciertos fragmentos de la vida cotidiana. Reflexionar sobre gestos y rasgos sociales y manifestar opiniones fundamentadas. Porque siempre valdrá la pena rebuscar en lo dado por hecho o en lo pasado por alto y, sin querer, nos resulta fascinante. Por eso Ahí está el detalle... para abarcar cualquier acepción del término y aterrizarla en nuestro día a día mediante textos que sirvan para espiar nuestra realidad e intercambiar miradas cómplices...




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