No hace mucho tiempo me hice de palabras con una “amiga” por un trabajo en equipo. Resulta que ella quería que todo se hiciera como lo planteaba, sin tomar en cuenta la opinión de las demás integrantes, y por supuesto yo no estaba de acuerdo con esto porque yo soy igual de autoritaria que ella.
En las actividades en las que me desenvuelvo es de suma importancia trabajar conjuntamente con otras personas. En la escuela, en el trabajo, en los deportes, en el hogar y hasta en los juegos existe el trabajo colectivo, por lo que tenemos que aprender a participar y a colaborar con otros individuos.
En los equipos de cualquier disciplina hay gente de todo tipo, nunca falta el matado, el enojón, el incumplido, el que quiere que todo se haga a su manera, el ausente, el talentoso, el distraído, el que no entiende de qué se trata la actividad, el creativo, el que siempre quiere “sacar las chelas” para poder trabajar, el que no tiene dinero, el que no quiere hacer nada pero para aparecer en la lista de equipo pone todo el material que se vaya a utilizar…
Muchos piensan que el fracaso de un equipo de trabajo radica en lo diferente y diverso de las personalidades de cada uno de los integrantes del grupo, yo opino lo contrario.
Desde mi perspectiva, uno de los problemas más grandes de un equipo es que todos los sujetos piensen y sean igual. Explico: cuando dos personas con el mismo carácter, testarudas, egocéntricas, protagonistas, etcétera, se enfrentan y no están de acuerdo en algo, ¡que Dios nos agarre confesados!, nunca llegarán a un arreglo, y posiblemente terminarán en riña.
No digo que en todos los casos sea igual, habrán personas que a pesar de ser iguales lleguen a arreglos, pero las dos partes tienen que ser muy nobles o una debe ceder. Ocurre muy a menudo que en los equipos de trabajo sale a relucir una lucha de egos, en la que todos intentan imponer sus condiciones y sus formas de trabajo.
Al contrario de un equipo en donde todos piensan igual, otro en el que los integrantes divergen es más enriquecedor, porque todos pueden aportar algo nuevo y diferente al proyecto, sea cual sea. Es importante pensar a quién elegiremos para formar parte de nuestro grupo, no sólo juntarnos con nuestros amigos porque nos caen bien, más bien hay que reflexionar qué es lo mejor para los fines de nuestro plan.
De acuerdo con nuestra personalidad elijamos a los elementos con quienes sabemos vamos a poder trabajar a gusto y bien, esto no sólo nos beneficiará como equipo sino se reflejará en el resultado que obtengamos como trabajo y mejor aún nos aportará algo más para mejorar como persona, y no sólo obtener riñas y perder amistades, como sucedió en mi caso.
Por Gissel A. Portillo