Hoy el mundo está por la mierda y los dirigentes no quieren solucionar los problemas de raíz, prefieren seguir confiando en el actual modelo que sólo arroja beneficios a unos cuantos, y esos cuantos son los que dirigen las naciones. En nuestro país, la cosa está FeCal; de hecho, sólo pensar en el próximo año me aterra. Ah, pobre de México… en todos los países mejoran las expectativas ante la crisis menos en él, y ¿quién lo va a arreglar? ¿El gabinete? ¿Los viejos? ¿FeCal? ¿El Chapulín Colorado? ¡NO! Esto lo arreglamos nosotros, porque somos jóvenes, porque el mundo pronto estará en nuestras manos y por algo hay que empezar; es decir, hoy es el momento para decidir si 2010 será en México el año de la miseria o el de
Para empezar, ¿qué es ser joven? Ser joven es pensar, crear, expresarse. Bailar el ritmo del alma, cantar la poesía del corazón y pintar los sueños y fantasías que faltan por cumplir. Es representar los sentimientos humanos en busca de su comprensión, escribir la verdad para provocar el cambio, tocar la música de las viejas nostalgias, los sentimientos presentes y las ilusiones del mañana. Retratar la realidad, lo bueno y lo malo, para mejorarlo o cambiarlo. Ser joven también es ser noviembre, es salir a las calles, provocar
Es evolucionar en beneficio de las generaciones que vienen, tal como lo hicieron los vecinos del barrio de Santo Domingo en Coyoacan, lugar donde hace veinte años ni siquiera entraba la policía. Sin duda era un ambiente pesado y quizá hace veinte años los entonces niños y jóvenes que lo vivieron se sentían temerosos de salir a las calles, les dolía ese pestilente aroma a delincuencia. Y crecieron, se volvieron adultos, tuvieron hijos y les enseñaron a vivir de otra forma. Esos jóvenes y niños no querían más violencia, así que rompieron el molde y enseñaron a sus hijos a vivir en paz. Eso, a mí entender, es ser joven: estar, ver, vivir y evolucionar.
Lo malo es que no todos lo ven igual. Hay quienes prefieren que el molde siga vivo para que el mundo no cambie y que la prosperidad sea sólo para los potentados, son gente que desprecia la necesidad que el joven tiene por expresarse. Hay quien no entiende que el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla. El 2 de octubre, por ejemplo. ¿Cómo pretenden que olvidemos la más grave afrenta al derecho de la libre manifestación? Jóvenes asesinados por protestar, por expresar su sentir y pensar. Pues bien, olvidaremos el dos de octubre cuando deje de ser una revolución pendiente y un crimen impune, y cuando eso pase edificaremos un enorme monumento que lo recuerde y ya no habrá marchas ni manifestaciones. Hasta entonces diré que ser joven también es recordar y protestar.
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