¡A (¿o en?) la madre!

Publicado por Ahí está el detalle 12 oct 2009

¡Yo te traje a este mundo y también te puedo sacar de él!”
Mi madre.


Madres hemos conocido de todos tipos, colores y sabores, (sí, sabores). Las concebimos como elementos indispensables en un mundo que nos toma toda una vida comprender, o cuando menos, digerir. Tengamos o no, debemos admitir que la vida es como es por la presencia aunque sea intermitente de estas curiosas e inexplicables criaturas.
Sin intenciones peyorativas, digo lo anterior entendiendo el concepto “madre” como el mayor exponente de lo multifactor - facético. No obstante, y dado que las hay por todas partes, es imposible no preguntarse qué nos resulta tan convincente como para convertirnos (hablando particularmente de las féminas contemporáneas) en hermosos y comprometidos especímenes dispuestos a todo por un humano que en principio no es más grande que una hogaza de pan.
Mi cabeza empezó a elucubrar los motivos posibles para seguir poblando este mundo: para llevar mis genes al futuro, asegurar la consolidación del nefasto imperio humano, por aburrimiento, por temor a una vejez miserable y solitaria, por envidia-emulación o simplemente porque "así debe ser" (cita textual de una madre anónima).
Recordé entonces alguno de esos indeseables viajes cotidianos en el manoseado transporte público, donde llegué a escuchar una de tantas grabaciones cursis ad nauseam -de ésas que los amables vendedores tienen a bien elevar hasta decibeles insospechados- la cual rezaba: “Mi hijo adolescente me había dicho: ¡No te metas en mi vida! a lo que yo contesté: Hijo, yo no me metí en tu vida: tú te metiste en la mía…” Y de ahí continuaba una disertación romántica acerca del sacrificio de una madre: las noches en vela, el descuido total y deliberado de su vida por entregarla a los vástagos, y un larguísimo etcétera. La pregunta del millón: ¿quién se metió en la vida de quién?
Entender a los seres humanos como entes pensantes por definición se pone en tela de juicio cuando no existe una respuesta contundente y veraz para seguir trayendo bultitos rebosantes de talco y lágrimas a una realidad hipócrita y corrompida, aunque con innumerables placebos para disimular. No es mero pesimismo, considero la proliferación de una especie como importante si y sólo si el hecho no altera el “equilibrio” natural de ésta y/o su entorno, pero nosotros… ¿entramos en este parámetro?
Del mismo modo, en mi cabeza deambulan los paradigmas sociales: no puedo olvidar que ser madre en la sociedad representa lo más cercano al éxito aunque paradójicamente nos lleva irremediablemente a la destrucción paulatina, inevitable pero necesaria de la progenitora: la vida entonces habrá terminado.
Así es que, ¿justificaciones? ¿Cuáles? ¿Será que debemos admitirnos vulnerables ante una naturaleza primitiva y omnipotente a quien no podemos negarle la reproducción? ¿Es el ser humano un ente irracional, pletórico de un egoísmo y masoquismo monumental y por eso no desea detener su nociva expansión? ¿Es nuestra inteligencia inferior a nuestro egocentrismo?
Pero volviendo a la cuestión inicial: ¿Ser madre para someterse al instinto y/o al maldito rol social? ¿U obedecer (aunque sea inconscientemente) las leyes naturales de las que jamás podremos desprendernos? ¿O atender al cinismo y admitir a los hijos como extensión de uno mismo y todas nuestras actividades infructuosas y vanas (egoístas al fin y al cabo)? Reservando el nihilismo para los solitarios recovecos de mi inconsciente, por ahora habré de limitarme a dejar la respuesta a criterio del lector… (También se aceptan reclamaciones).


Por Nathalie Escutia López.

Detallando...

Image and video hosting by TinyPic

La curiosidad es lo que define este espacio. Descubrir anécdotas. Analizar particularidades. Escribir sobre lo considerado pormenor. Estudiar ciertos fragmentos de la vida cotidiana. Reflexionar sobre gestos y rasgos sociales y manifestar opiniones fundamentadas. Porque siempre valdrá la pena rebuscar en lo dado por hecho o en lo pasado por alto y, sin querer, nos resulta fascinante. Por eso Ahí está el detalle... para abarcar cualquier acepción del término y aterrizarla en nuestro día a día mediante textos que sirvan para espiar nuestra realidad e intercambiar miradas cómplices...




Comentarios, quejas y sugerencias