¿Cuántos hombres han deseado, como uno de sus sueños guajiros, estar rodeado de mujeres aunque sea sólo por un instante? Estoy casi seguro de que más de uno han tenido la fantasía de mirar a su alrededor y no ver más que bellas caras y cuerpos femeninos.
Pero esta situación puede pasar de ser un sueño a un trauma, sobre todo cuando se trata del vagón, ya sea del metro o del metrobús, reservado para ellas, en donde las reglas del juego funcionan de forma completamente diferente a las del vagón de los hombres.
Por alguna extraña razón, en esta semana terminé en el primer vagón del metrobús, donde pude presenciar que las mujeres no son, como se ha creído durante tanto tiempo, el sexo débil, y es que de débiles no tienen nada, a diferencia de los hombres ellas no entran automáticamente a los vagones, los hombres solemos entrar en bola, y aunque parezca extraño hay una mítica fuerza que logra que entren más de la cuenta y que además quedemos acomodados.
Por el contrario ellas se pelean por entrar primero y ganar lugar, como si por cada vez que se sentaran acumularan puntos para canjear por cosméticos o planchas para el cabello. Como sea, las mujeres suelen ser más agresivas que los hombres, seguramente será porque tienen uñas largas que no dudan en usar para rasguñar, y pobre de aquella que tenga un lindo y largo cabello largo, porque lo más probable es que éste sea jalado sin piedad por alguna de las contrincantes.
Existe una nueva modalidad para torturar a quien quiera ganar el asiento: codazos y pisotones, los primeros son soportables, pero los segundos resultan una tortura digna de la inquisición, tortura que se intensifica cuando hablamos de un tacón de aguja que es enterrado en el pie del otro con toda la saña posible.
Sin duda todo esto acurre gracias a la caótica ciudad en la que vivimos, donde a todas horas hay mucha gente en los sistemas de transporte y donde la misma gente pierde los estribos para llegar puntual a sus compromisos, pero no se trata de perder la calma, generalmente cuando las personas se desquician las cosas salen mal y pueden complicarse.
Por el momento, por lo menos a mí, no me quedan muchas ganas de volver a estar rodeado de tantas mujeres, por muy bellas que estas sean, o por lo menos no dentro de un metrobús, pues son capaces de regalar dolorosos castigos como patadas y pellizcos. ¡Vaya detallazo!
Por Said Arrieta Torres
Tienes mucha razón Said. Además acaparan un vagón entero del metrobús donde viajan cómodamente a lo mucho 20 mujeres mientras alrededor de 40 hombres somos transportados como reses en el vagón trasero. Uy, pero no se nos ocurra decir que algo es "sólo para caballeros" porque entonces SOMOS UNOS MACHISTAS Y OJALÁ NOS MURAMOS TODOS.
Tantita conciencia vial, chavas: si ya no hay espacio atrás y adelante sí, no se pongan como celadoras en las puertas del metrobús para impedir la entrada de hombres.
Y rayos, me ganaste un tema sobre el que iba a escribir. Pero bueno, me hiciste reír así que no hay pex jajajaja.
Saludos!
Concuerdo con Ángel, hay veces en que hay mucho espacio en el "area de mujeres". No todos los hombres son machistas, acosadores, tentones etc, pero desafortunadamente se lo han ganado a pulso!!!
En cuanto al artículo, me agrada la entrada. Eres descriptivo, creas imágenes.
Saludos