Música ¿para tus oídos?

Publicado por Ahí está el detalle 9 nov 2009

A veces me pregunto para qué sigo cargando mi reproductor de música, si cada vez que hago uso del transporte público de la Ciudad de México las personas a mi alrededor traen su propio escándalo. El día de ayer me dispuse a regresar a casa, por lo que forzosamente tuve que trasladarme en una de las bien conocidas combis de esta ciudad. Una vez arriba, me coloqué mis audífonos para perderme del ruido exterior. Sin embargo, eso fue imposible, puesto que el conductor puso su radio demasiado alto, o al menos eso creí yo.

Mi sorpresa sería al descubrir que el chico que iba sentado a un costado mío era quien traía el ruido a la máxima potencia. A pesar de que yo también escuchaba mi propia música, mi melodía se desvanecía ante su presencia. No comprendía cómo era posible que sus oídos no hubieran reventado aún. ¡Semejantes decibeles causarían sordera inmediata!

¿Por qué será que al mexicano no le importa su salud? Varias son las personas que he encontrado en casos similares, donde se puede escuchar con claridad cuál es la canción en turno. ¿Acaso no nos percatamos del daño que nos causamos? Y hablo en plural porque algunas veces yo también he caído en el juego, tratando de escuchar lo que a mí me gusta, y no lo que el otro desea.

Nuestra ciudad presenta un elevado índice de contaminación auditiva, pues a diario los vendedores ambulantes, empresas, automóviles y demás, causan sonidos tan estruendosos que afectan nuestra salud. Ya es casi imposible mantener conversaciones en la calle, puesto que el ruido ahí presentado llega de todas direcciones y no hay modo de detenerlo. Y eso no es todo, nosotros no hacemos nada por detenerlo, sino todo lo contrario, buscamos la forma de ganarle al ruido con más ruido. Estúpido, ¿no creen?

A veces pareciera que se busca esta situación a propósito, el querer demostrar quién tiene el poder. Si alguien no me permite escuchar mi música, entonces subo el volumen para acallar el otro sonido, y así sucesivamente hasta no entender absolutamente nada. ¿Tan absortos deseamos estar en nuestro propio mundo que no nos importa el precio a pagar? La sordera no es un juego, y aunque algunos piensen que es una exageración, poco a poco el sentido del oído se pierde, se desvanece ante nosotros inesperadamente. Ahora dime ¿aún utilizarás los audífonos al máximo?… ¿o es que ya no me escuchas?

Las canciones no se aprecian igual con el volumen tan alto, de hecho se distorsionan y destruyen su estructura. Lo mejor será aprender a controlar nuestro carácter, y no querer luchar con lo mismo. Si escuchas tu música está bien, es para ti, no para los demás. Yo no quiero saber qué gustos musicales tienes, así que evítame el tener que escucharlo. O es que ¿deseas escuchar lo mismo que yo? Evita tener que contestar “¿qué?” cada que te hablen, mejor bájale y disfruta las melodías, no las destruyas.

Por Lizbeth Alcibar Vázquez

2 comentarios

  1. Ariana S. Says:
  2. Me parece una buena denuncia, sin embargo creo que casi al final del articulo redundas mucho en la misma idea, a no ser que sea parte de tu estilo para tratar de que al que te lee le quede claro lo que dices. En general bien!

     
  3. Aurora Says:
  4. Me gustó. Comparto tu idea de la contaminación auditiva. Y la manera en la que le expresas en cuanto, ha
    "yo no quiero saber tus gustos musicales"
    Bien

     

Detallando...

Image and video hosting by TinyPic

La curiosidad es lo que define este espacio. Descubrir anécdotas. Analizar particularidades. Escribir sobre lo considerado pormenor. Estudiar ciertos fragmentos de la vida cotidiana. Reflexionar sobre gestos y rasgos sociales y manifestar opiniones fundamentadas. Porque siempre valdrá la pena rebuscar en lo dado por hecho o en lo pasado por alto y, sin querer, nos resulta fascinante. Por eso Ahí está el detalle... para abarcar cualquier acepción del término y aterrizarla en nuestro día a día mediante textos que sirvan para espiar nuestra realidad e intercambiar miradas cómplices...




Comentarios, quejas y sugerencias