El ídolo: Adanowsky

Publicado por Ahí está el detalle 9 nov 2009


¿Quisieras convertirte en artista, o mejor aún, en un ídolo? Tu perfil debería ser similar a esto: vivir entre actores, pintores y músicos, además de bailar a la Michael Jackson tomando tus primeros pasos de baile con James Brown, aprender a tocar la guitarra con uno de los legendarios Beatles y aparte, ser hijo de un cineasta surrealista. Todo esto aunado a las ganas freudianas de fajarte a tu mamá y de usar lentejuelas en el escenario… Te pregunto: ¿eres un ídolo?

Adanowsky. Adán Jodorowsky (Octubre, 1980) adquiere su nuevo nombre luego de una visita a México, donde para aliviarse de sus angustias y dudas existenciales se atiende con un chamán quien le libera el corazón y le hace redescubrirse.

Los particulares sucesos en su vida lo convirtieron en todo un artista, o más aún, en un auténtico ídolo. De niño uno de sus mayores sueños era vivir un incesto con su mamá al verla con calzones grotescos. Más tarde entendió que eso no era posible. En 1988 sufrió un gran terremoto en Chile, para 1993 dio su primer beso a una chica de 90 kg, en el 2000 se encontró a Mozart en un sueño y éste le dijo: “debes convertirte en artista”, para 2006 enterró su piano de cola en un cementerio de Buenos Aires y finalmente compró uno nuevo para iniciar su carrera como solista.

Adán ha sido durante toda su vida un cosmopolita, reflejando su descendencia pues proviene de madre mexicana y de padre chileno con ascendencia ucraniana. Inició en la música desde los seis años pero no fue sino hasta 1998 que se integró a una banda francesa The Hellboys con la que aprendió a vivir en una camioneta para dar presentaciones de punk rock. En el 2006 sacó su primer disco Étoile Éternelle, con la disquera Dreyfus.

Adanowsky advierte que su primera placa la logró luego de tocar durante 7 años en bares y luchando por conseguir una disquera que se arriesgara a lanzar un proyecto no comercial. Inició con tres personas en su sala, poco después se fue llenando y llenando…

Para él, el arte es una lucha constante en la que pone el 100 por ciento de su energía. Además de componer, dibuja, dirige sus videos musicales, tiene un cortometraje llamado Echek, ha actuado en varios largometrajes (donde destaca el filme de su padre, Alejandro Jodorowsky, Santa sangre) y también escribe poesía.

Aburrido de la vida parisina decidió aventurarse en Latinoamérica: “el mundo no me encerrará. Quisiera ser lo que yo soy. Cantar alegre mi verdad, dar sin saber qué es lo que doy. Amar con toda libertad”. Creó una nueva edición de su Étoile Éternelle mejorando y traduciendo las canciones al español tardando cerca de 3 meses en pulir las rimas, cambiar la portada y el título del álbum.

Tras un cambio en su imagen, arribó a Latinoamérica abundando en la esquizofrenia, en donde dice, todos los humanos podemos estar. Preocupado por la forma en que se suele encasillar a una persona cuando cambia de actitud radicalmente (“la gente no te da la libertad de tener otra personalidad, ser malo un día”), Adanowsky creó a su alter ego asumiendo su lado esquizofrénico y dejando salir un personaje que se encontraba dentro de él: el ídolo.

Adán es fanático de las tiendas de segunda mano. En su vestimenta podemos encontrar desde Elvis hasta James Brown, pasando por botines que acompañan a su estrecho pantalón, chaquetas de lentejuelas brillantes, camisa botón abierto y anillos. Su cara maquillada nos recuerda el glamour de los años 80, y su banda, a los frenéticos músicos de la década de los 70.

The Gush es la agrupación francesa que aceptó ser parte de su gira por Latinoamérica. Ésta se conforma de dos hermanos y dos primos, todos excelentes músicos y más aún, grandes performanceros.

El show de Adanowsky comienza con un presentador francés que a la vez hace de groupie y animador. Música que puede definirse, según Adán, en “cosmopolita latino rock pop y cabaret trágico”. Performance, comedia y mímica es parte de show a la Jodorowsky, una presentación que no raya en la exageración sino que se dignifica por su sencillez escénica. “¿Cuándo me van a consagrar? Quisiera ser un ídolo... que como una enfermedad repita mis palabras... ¡Horror!, a mí nadie me ve aunque yo me esfuerzo...”

La importancia de llamarse Adanowsky es el inicio de una saga de tres álbumes con una misma temática: el ídolo. Así que si no gustan de escucharlo, como nos dice este nuevo ídolo: “¿qué esperan? Mátense ya. Si sí, diviértanse así. Venga, mátense ya, riendo sobre el sofá. Con dientes color pipí ¿acaso resistirán?”.


Su majestad… El chisme




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