Ahí está el detalle...

¿Qué pasa con la música y sus exponentes? Definitivamente si Vivaldi resucitara se volvería a morir al escuchar muchas de las composiciones de sus colegas. Vivaldi dedicó toda su vida a la música y es reconocido, espero que por muchos, como un buen compositor y un excelente representante de algo que yo llamo “buena música”, porque a mi parecer, existe una evidente diferencia entre la música y la “buena música”.

Con Vivaldi no generalizo a los artistas musicales de la Europa Barroca, ni con Nigga a los actuales; sin embargo existe una común entre ambos: hay una gran diferencia en cómo se hacía música en el siglo XVII y cómo se hace ahora, desde cierto punto no puede compararse una con la otra.

Sin ir más lejos, teóricamente la música necesita tres elementos para ser considerada como tal: melodía, armonía y ritmo; tanto la obra de Vivaldi como la de Nigga cuentan con estos aspectos, no digo que lo que hace éste último no sea música, más bien me dirijo a ella como una música incompleta e insuficiente.

Las enormes diferencias entre ambos trabajos son el grado de dedicación, dificultad e incluso de concepción del mismo término “música” que muy probablemente permitió la realización de grandes piezas que han marcado la historia en el ámbito musical a lo largo de la historia. Esta diferencia se nota en cada elemento que compone a una pieza musical.

Las melodías en Vivaldi son algo más que simples notas arrojadas por un instrumento, son la expresión emocional, son el reflejo del pensamiento y del sentir, muchos sabemos que para la realización de una melodía, el compositor italiano se valía del sentimiento natural que daba paso a plasmar notas y crear una pieza, es así como éste consiguió las cuatro estaciones conocidas por casi todos y que además muestran una gran nivel de complejidad; por su parte, nuevos géneros como los del ya mencionado cantante de reggaetón, se conforman con una letra como melodía que sólo provoca crítica en su estructura y que no incita a más que mover un rato el cuerpo.

Las armonías y ritmos, partes importantes de una pieza, son constantemente cambiados en las obras clásicas, mientras que en los nuevos géneros se sigue con una mismo ritmo aunque las armonías puedan llegar a cambiar, esto aporta todavía más complejidad al movimiento musical clásico, que juega variadamente con sus recursos.

Por otra parte, las exigencias del público también son más reducidas, dentro del mundo en el que vivimos hay muchos límites y muchos obstáculos que no permiten a la sociedad mirar más allá y discernir entre la que llamo “buena música” y la que no lo es; ahora las exigencias giran en torno a qué tan bailable, qué tan pegajosa o qué tan de moda está una canción.

Sin embargo, hay muchos grupos o artistas que se han preocupado por mantener la calidad en sus interpretaciones y, dentro de estos nuevos géneros, ofrecer al público una buena calidad musical, donde la voz del intérprete o las aptitudes de los músicos son dignos de reconocimiento, grupos cuyas letras van más allá de “te quiero” o cuyo contenido es más que una pretensión mercantil y consiguen con su música formas de protesta y expresión.

Definitivamente eso de la música es muy relativo y cada individuo es libre de decidir cuál la buena para él, el único trabajo que nos queda es evaluar bien los elementos que cada pieza nos ofrece y decidir si es lo que queremos escuchar. Para buenos detalles, buenas rolas.

Por Said Arrieta Torres